Trauma precoz

Las madres traumatizadas suponen una gran carga para sus hijos mientras no afronten y elaboren sus traumas.

Incluso cuando los niños eran atendidos fuera de la familia durante todo el día, la calidad de la relación con los padres influía más en su desarrollo que el cuidado de terceras personas

Amarse a uno mismo hace posible sentirse amado; conocerse a uno mismo es imprescindible para conocer a los otros.

Cerca de 70 000 mujeres mueren cada año a causa de un aborto, principalmente a consecuencia de infecciones o hemorragias. Cuanto más restrictivas son las leyes de un país con respecto al aborto, más inseguras resultan en su mayoría las condiciones en las que se practican los abortos.

En el pasado, el marco legal permitía hacerlo hasta un año después del nacimiento. Las leyes frisas, por ejemplo, consentían el «aborto postnatal» hasta comienzos de la Baja Edad Media. Hasta que el niño cumpliera el primer año, el padre tenía derecho a repudiar o matar a su hijo, ya que solo a partir de ese momento se consideraba que tenía alma.

Si lo que se quiere es procurar seguridad y rodear de cariño a un niño, lo primero que debería hacer toda pareja que desee una paternidad responsable es resolver sus traumas lo mejor posible.

Allí donde se encuentra la mente traumatizada de los padres no puede existir ni desarrollarse la mente sana del niño.

Los hijos no tienen que proteger ni perdonar a sus padres si estos los tratan con violencia. En la práctica, dejar de amar a uno de los padres traumatizados solo se consigue cuando la persona afectada se halla en situación de superar su niñez mental, convertirse en adulto y quererse a sí mismo.

Haber tenido una infancia desgraciada no significa, ni mucho menos, que la hayamos almacenado conscientemente como tal en nuestra memoria. Nuestros mecanismos de supervivencia tienen que hacer desaparecer de nuestro consciente el hecho insoportable de haber quedado impotentes y desamparados, para que el miedo, el dolor, la vergüenza, la sobreexcitación y la incapacidad de comportarnos correctamente en entornos traumáticos no nos hagan desmoronarnos o perder el contacto con los grupos sociales a los que pertenecemos.

Cuando se realizan trabajos terapéuticos con niños hay que tener también en cuenta los traumas de su madre. Y a las madres hay que explicarles que los trastornos psíquicos de su hijo solo desaparecerán si ellas están dispuestas a trabajar con sus propios traumas.