Transcurridos aproximadamente dos meses, le llegó una carta en la que tan solo le decía: «Cásate conmigo». Esa única frase hizo que a la señora Kōtake le latiera el corazón más fuerte que nunca. Después de que el señor Fusagi abriera su corazón de esa manera en su respuesta, a la señora Kōtake se le hizo difícil escribir. De modo que se limitó a contestarle: «Hagámoslo».