Dónde vamos a bailar esta noche

En la vida uno puede ser de los que aprietan o de los que dejaron de apretar.

Pero la alegría dura poco en casa del pobre.

Para mi madre, la Coca-Cola era el crack infantil.

Al fin y al cabo, la vida es un misterio sin resolver cuya solución se encuentra en las huellas que vamos dejando a nuestro paso.

“Alguien está haciendo algo mal aquí. O ellos o yo. Y son diez contra uno”.

Recuerdo una entrevista a Clint Eastwood en la que le preguntaban por su truco para, a su edad, seguir estando en forma y continuar haciendo extraordinarias películas cada año. Y contestó que su truco para mantenerse a tono física y mentalmente era, sencillamente, hacer cada día una flexión más que el día anterior. Cada día. Una flexión más que el día anterior. Batir cada día tu límite, por pequeño que fuera. Y el día que no puedes cumplir, volver a empezar. Y esta férrea disciplina, esta forma de superarse poco a poco cada día, lo aplicaba a todas las facetas de su vida. Por eso Clint es un genio, ha ganado varios Óscar, ha rodado películas de todos los géneros, fue alcalde de Carmel, no para de reinventarse a sus ochenta y cuatro años, puede permitirse echar la bronca a Obama y tiene un hijo que me parece guapo hasta a mí.

Supongo que, salvando las distancias y las alturas, es lo mismo que debe de sentir un alpinista cuando le preguntan por qué sube si luego tiene que bajar. No es una cuestión de subir.

el avión es una metáfora de la vida: crees que lo tienes todo controlado hasta que viene la primera sacudida.

tener Facebook es la mejor herramienta que conozco para no caer en el pozo de la nostalgia.

El vértigo es un instinto de supervivencia. Si lo pierdes, estás más cerca de caer. Como el trapecista que deja de temer al vacío. Como el marinero que pierde el respeto al mar.