Tenbilal antsetik. Mujeres olvidadas

Pero sucede que oigo a la noche llorar
en mis huesos.
Su lágrima inmensa delira.
Y grita que algo se fue para siempre.

ALEJANDRA PIZARNIK

Danza porque el tiempo pasa.

No esperes morir con tu dolor:

deja que la noche se lo lleve.

Muero con la angustia de mi abuela

en las heridas abiertas de mi madre:

allí brotan cantos tristes,

cielos despedazados,

largas agonías.

Muero entre palabras hirientes

de un hombre violento,

que con su furia me infecta el corazón

y parte mi alma en pedazos.

Ha muerto mi abuela:

mujer de rostro olvidado.

Yo no quería que muriera

con tantos silencios

enterrados en su corazón.

Abuela…

¿en qué cueva fue a parar tu alma?

¿De qué se murió tu nahual?”

Esas fueron las últimas palabras que le dije.

Su muerte sacudió mis sentimientos:

pude palpar su silencio, su dolor

Ha muerto mi abuela:
mujer de rostro olvidado.
Yo no quería que muriera
con tantos silencios
enterrados en su corazón.
No pude hacer nada

Muero con la angustia de mi abuela
en las heridas abiertas de mi madre:
allí brotan cantos tristes,
cielos despedazados,
largas agonías

Una mañana extravié mis esperanzas.
Renuncié al canto de la luna:
me arriesgué a olvidar mi nombre,
mis sueños,
el abrazo de mi abuela.
Si me buscas ahora,
me hallarás resignada al dolor;
me hallarás junto a mi madre
—quien nunca quiso escucharme—.

Recuérdame, aunque las flores
de mi entierro se pudran
y con ellas se pudra mi dolor.

¡Por favor!
No preguntes por mi dolor,
podrías ahogar con tu llanto
mis esperanzas, mis ganas de vivir.
Y no querrás morir junto a mí.