Los opositores éramos traidores de la patria, odiábamos al pueblo venezolano, los empresarios y comerciantes eran vampiros que chupaban la sangre del pueblo, los delincuentes no eran victimarios sino víctimas del sistema capitalista, y así sucesivamente, discurso tras discurso, Aló Presidente tras Aló Presidente.
Nos fuimos acostumbrando a la doble lectura de cualquier situación, a la imposibilidad de un terreno común de discusión, a la separación política y a veces personal.