Luz y oscuridad

La puerta principal estaba cerrada como de costumbre. Se dirigió a la puerta lateral, pero po

La camarera, que desde hacía un rato observaba el comportamiento de ambos, se acercó sin previo aviso y empezó a recoger la mesa de malas maneras.

De vez en cuando brotan de sus bocas, como si de fuentes se tratasen, preciosos sentimientos, puros e inocentes, totalmente espontáneos, capaces de llenarle a uno los ojos de lágrimas. ¿Crees que digo estupideces?

Después de la cena, la conversación no volvió a animarse, aunque tampoco se apagó por completo.

Para un hombre, es un gran logro estar sereno.

Si hubiera podido hacerse cargo de, al menos, la mitad de los gastos, habría compensado parcialmente la ayuda que el matrimonio le había prestado durante años. Su soli

Sentado, Tsuda intentó averiguar de quién se trataba. De pronto, se dio un golpe en la rodilla.

Makoto, con la ayuda de O-Kin, repasaba sus lecciones en la habitación de la parte de atrás de la casa. Le arrebató de un golpe el libro de francés que ella era incapaz de entender. A Tsuda le divertía el tono forzado con el que solían leer en voz

Así que se trata de él. Me preguntaba quién estaría haciéndose pasar por alguien importante exhibiendo sus zapatos marrones nuevos. Si llego a saber que era él, habría entrado sin más.
Recordó la figura maltrech

—¿Has ido últimamente a jugar a casa de los Okamoto?