Grecia

Siempre está golpeando a la puerta de los corazones. Es —explica ella— como el jacinto silvestre, mil veces hollado por los pies del pastor y siempre cargado de retoños de púrpura.

Y así transcurre para las jóvenes de Mitilene aquella hora única en que la mujer no es madre ni esposa: sólo capullo femenino en pu

La casa de Safo es un centro de atractivo social, una escuela en que se cultivan las Musas, algo como una alta institución de enseñanza para las jóvenes, grado pedagógico más adelantado ya en la colonia que en la misma metrópoli. La maestra y las alumnas hacen vida común.

No es la primera que hace versos, pero es la mejor poetisa

Pero Safo no anda en los corros de los hombres. Ellos hacen su mundo aparte en los “simposia”; y los “simposia” nunca perderán el resabio orgiástico, ni cuando hayan evolucionado hasta convertirse en sesiones del ingenio ateniense, como se aprecia por el final del diálogo donde Platón nos conduce a la casa del poeta trágico a la moda. Safo girará en otro ambiente, ambiente de mujeres solas, congregación de las muchachas de Lesbos.

No es ésta todavía, ciertamente, una compañera espiritual, capaz del consejo, y que merezca compartir, como Aspasia, la gloria de Pericles. Es, todavía, un instrumento más del aria que el poeta ejecuta.

Arquíloco la compara con la higuera silvestre, donde se dan cita las cornejas voraces.