Un beso en París

Es como Hogwarts, pero sin magos guapos ni caramelos mágicos ni clases de vuelo.

Mi habitación está a oscuras y Étienne me envuelve otra vez con sus brazos.

¿Es posible que mi casa sea una persona y no un lugar?

Lo único que me interesa es su sonrisa y su forma de andar.

Para Jarrod, mi mejor amigo y mi verdadero

alguna manera, todo el dinero y pseudoprestigio que ha ganado han afectado a su cerebro y ahora cree que yo debo vivir en Francia.

—Eres la chica más increíble que he conocido. Eres guapa e inteligente y me haces reír como nadie. Y puedo hablar contigo. Y sé que después de todo esto no te merezco, pero lo que intento decirte, Anna, es que te quiero. Mucho.

—Por ti. Estaré a veinte minutos en tren de tu universidad y podré ir a verte cada noche. Haría un viaje diez veces más largo sólo para poder estar contigo todas las noches.

«Te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma.»

—El primer día de clase —se acerca más a mí— no nos pusieron juntos como compañeros de laboratorio por casualidad. Vi que el Professeur Wakefield emparejaba a los alumnos en función de cómo estaban sentados, y me apoyé para tomarte prestado un lápiz en el momento oportuno para que el profesor pensara que estábamos juntos. Anna, he querido ser tu compañero desde el primer día.