uno de los elementos fundamentales del «sentido» es la cimentación de lo que podemos llamar compromiso, el hecho de sentir que lo que haces es una porción obligada de algo más grande, de algo que tiene «relevancia histórica», ya sea tu sociedad, tu clase, tu nación o tu vanguardia artística, científica, tecnológica o política, si es que no el «reino de los cielos». Los «compromisos» de los metaprodéuticos serán, en cambio, transitorios, superficiales, intrascendentes (lo que no quiere decir que no vayan a experimentarlos con intensidad; pero estoy hablando más del papel intelectual de dichos compromisos en el marco de las redes de creencia de los humanos futuros que de, digamos, su fenomenología emocional). Sus compromisos serán un juego. Muy posiblemente, lo más adecuado que nos ofrece la historia de la filosofía para pensar en el «sentido de la vida» de los metaprodéuticos sea esa imagen nietzscheana que ya he mencionado del Übermensch como un niño que juega.