Laura había jurado que jamás regresaría a Cornualles y que no volvería a ver a su ex amante, Max. Pero ahí estaba, encerrada con él en una casita en lo alto de un risco, viendo cómo hacía de papá con sus pequeños sobrinos… ¡disfrutando de cada minuto!
Alejada del mundo exterior, resultaba demasiado fácil fingir que Max y ella estaban juntos de nuevo, pero Laura sabía que la diversión y la felicidad no podían durar. En cuanto devolvieran a los pequeños a sus padres verdaderos, Max no tardaría en perder interés en ella. En especial cuando se enterara de que nunca podría darle una familia propia…