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Osho

El libro del Yoga I

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  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Cada vez que tengas un pensamiento negativo, estarás creando mal karma para ti y para los demás; estarás cambiando la naturaleza de la realidad. Lo mismo sucede con la energía positiva, con el pensamiento positivo: cada vez que envías al mundo un pensamiento de compasión, el mundo lo recibe; creas un mundo mejor con sólo pensar en ello. Y si logras alcanzar un estado de no mente, crearás a tu alrededor un espacio que está vacío.
    En ese espacio vacío, alguien más podrá un día ser un buddha.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    El ego va a morir, porque ya está muerto; no tiene vida propia, es sólo un reflejo de tu vida, es como un espejo. En cambio, tu ser es eterno, y por eso incluso los eruditos temen a la muerte, porque el adquirir conocimientos no te hará conocer tu ser. Para conocer tu ser tienes que desaprender, no que aprender, tienes que vaciar la mente por completo, vaciarla incluso de tu sentimiento de ti mismo. Y una vez vacía, de repente, en ese vacío, sientes tu ser por primera vez. Ese ser es eterno; ninguna muerte puede llegarle. Sólo ese ser puede abrazar la muerte, y saber, por tanto, que eres inmortal. El ego tiene miedo.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Conocer la vida significa vivirla, no tener miedo, aventurarse en la inseguridad, puesto que la vida es un fenómeno inseguro; es adentrarse en lo desconocido, ya que la vida es desconocida en todo momento, cambia y se renueva a cada instante; es ser un viajero de lo desconocido y avanzar con la vida hacia donde quiera que se dirija; es ser un vagabundo.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    La contemplación está directamente orientada hacia el otro, y la meditación está orientada hacia uno mismo. En la contemplación hay dualidad, hay dos: el contemplador y lo contemplado; en la meditación hay sólo uno.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Hay un breve relato que he contado muchas veces. Iba el Buddha caminando por un sendero al mediodía. Como hacía mucho calor y tenía sed, le dijo a su discípulo Ananda:
    –¿Recuerdas el pequeño arroyo que hemos cruzado hace unos cinco kilómetros? Ve y tráeme un poco de agua.
    Así que el Buddha se sentó a descansar debajo de un árbol y Ananda salió en busca del arroyo. Finalmente lo encontró, pero, cuando estaba a punto de acercarse, pasaron por encima de él unos carros de bueyes, y el agua del arroyo, que era pequeño y poco profundo, se enturbió. El lodo, las hojas secas y el detritus del fondo subieron a la superficie, y el agua ya no se podía beber. De modo que Ananda intentó hacer lo mismo que habrías hecho tú: se metió en el arroyo y trató de que toda aquella materia en descomposición se asentara de nuevo en el fondo para que el agua volviera a estar limpia, pero lo único que consiguió fue enturbiarla más. ¿Qué hacer? Regresó y le dijo al maestro:
    –Aquella agua no se puede beber. Yo conozco un río, un poco más adelante. Iré y te traeré agua de allí.
    Pero el Buddha insistió.
    –No –le dijo–, tienes que volver. Quiero que el agua sea de aquel arroyo.
    Y si el Buddha insistía, ¿qué podía hacer Ananda? De modo que, a regañadientes, volvió al arroyo. Y de repente comprendió; porque, para cuando llegó, la mitad del detritus había vuelto a depositarse en el fondo, sin que nadie contribuyera a ello, por iniciativa propia, se podría decir. Ananda comprendió lo que el Buddha había querido enseñarle.
    Se sentó entonces debajo de un árbol a contemplar el fluir del agua, porque el arroyo estaba limpio sólo a medias y aún quedaban hojas flotando en la superficie. Esperó y esperó, simplemente observando, sin hacer nada, y pronto el agua quedó clara como el cristal: la corriente había arrastrado consigo todas las hojas secas, y la suciedad había vuelto al fondo. Regresó adonde el Buddha corriendo y danzando, y se arrojó a sus pies.
    –¡Ya comprendo!, eso es lo que he estado haciendo con mi mente toda la vida. A partir de ahora, me limitaré a sentarme bajo un árbol y dejaré que el arroyo de la mente pase, que se asiente por sí solo; ya no me meteré dentro de él para intentar resolver las cosas, para intentar poner orden.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    El propósito del yoga no es sino encontrar el centro, avanzar hacia el centro, echar raíces en él, morar en él. Y cuando se mora en él, la perspectiva entera cambia: puede que siga habiendo olas, pero ya no te alcanzan; ahora ves que no te pertenecen, que son un mero conflicto superficial provocado por un agente extraño.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Y finalmente está el tercer tipo de buscador, al que Patañjali llama la persona de mumuksha. Ésta es una palabra difícil de traducir, así que voy a explicar su significado. Mumuksha significa el deseo de poner fin al deseo, el deseo de liberarse por completo, el deseo de salirse de la rueda de la existencia, de no volver a nacer, de no volver a morir, el sentimiento de que ya basta, de estar cansado de haber nacido millones de veces, de haber muerto una y otra vez, siempre dentro del mismo círculo vicioso. Mumuksha significa querer dejar atrás definitivamente la rueda de la existencia; significa estar aburrido, cansado de sufrir y querer salir de ello.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Una vez que conozcas tu naturaleza más íntima, lo que Patañjali llama purusha –purusha significa el morador interior–, no necesitarás nada más. El cuerpo es simplemente una casa. El morador interior, la consciencia que mora en tu interior, es purusha, y una vez que la conozcas, no te hará falta nada. Sabrás que eres suficiente, más que suficiente, que eres perfecto tal como eres, que se te ha aceptado y acogido por completo. Entonces la existencia empieza a ser una bendición. Los deseos desaparecen, pues formaban parte de la ignorancia que te impedía ver quién eres de verdad; el conocimiento de ti mismo los hace desaparecer, evaporarse.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Por lo tanto, es importante recordar esto: sin interrupción. Cualquiera que sea la práctica que elijas, elígela para toda la vida, y limítate a trabajar en ella con perseverancia. No escuches a la mente, pues tratará de persuadirte, y la mente es la gran seductora. Te dará todo tipo de razones por las que hoy no deberías practicar; te dirá que no te encuentras bien, que te duele la cabeza, que no has dormido esta noche, que estás tan cansado que lo mejor sería que hoy descansaras. Pero son sólo las artimañas de la mente.
    La mente quiere ceñirse a su viejo patrón. ¿Por qué?, porque es lo más fácil, ya que nada opondrá la menor resistencia. Todo el mundo quiere seguir el camino más fácil, el curso de acción más fácil, porque a la mente le resulta cómodo atenerse a lo viejo; lo nuevo es difícil.
  • Marcie Mata Dalıntı yaptı2 yıl önce
    Lo primero es una práctica continuada durante un largo período y sin interrupción. Es importante recordar esto último, porque si la interrumpes, si practicas durante unos días y luego dejas que pasen varios más sin practicar, se habrá echado a perder todo el esfuerzo; y cuando empieces de nuevo, estarás otra vez al principio.
    Si has empezado a meditar y piensas que por dejarlo unos días no pasará nada, si una mañana te da pereza levantarte, te apetece seguir durmiendo y te dices que vas a posponerlo, que ya meditarás al día siguiente…, te diré que un solo día que falles bastará para echar por tierra el trabajo de todos los días anteriores; porque el problema no es sólo que hoy no vayas a meditar, sino que harás muchas otras cosas, y como todas esas cosas pertenecen al viejo patrón, se habrá vuelto a crear una capa. Tu ayer y tu mañana se han desconectado. Hoy se ha convertido en una capa, en una capa de cualidad distinta; se ha roto la continuidad, y cuando mañana comiences a meditar, volverás a estar al principio. Veo a muchas personas que empiezan, lo dejan y vuelven a empezar. Así, el trabajo que podía haberse hecho en unos meses, tardan años en hacerlo.
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