La trayectoria de los aviones en el aire

dijo un par de cosas a algunos de tus espectadores, a ésos que entraban en el rubro de personal médico. Los que entraban en el rubro

Era conveniente y oportuno que todos empezaran a deshacerse de ese tipo de parámetros desde ya, pues no les iban a servir de mucho. Tus padres se abalanzaron

aunque lo odiara con toda su alma, como en realidad se odian las cosas que más queremos y nos perturban.

Su hogar no estaba en ningún sitio en particular. A lo sumo en el aire, ahí donde los aviones hacían sus trayectos. Y, como reza el dicho, «si hasta los aviones se caen, cómo no se va a caer uno»

Las pandemias, como las pestes, son un mal grupal. Son medievales hasta la médula y el espinazo. El individuo no importa. Todos comen del mismo pan y beben de la misma piedra de la locura. Lo mismo pasa con las gripes, las encefalitis y esas malditas enfermedades que te obligan a aislarte, a persistir en lo individual aunque la crisis sea siempre compartida, común, de todos

Las cosas cobran realidad cuando las escribes. Así lo creía Amaya y, en este caso, estaba todo demasiado rodeado de irrealidad —

era evidente que lo hacían para no dejar ningún minuto de silencio. Un minuto de silencio podía significar una nueva pregunta que aún no hubiesen sido capaces de responder

Siempre le habías tenido pánico a la locura, no había nada a lo que le tuvieras tanto miedo como a la posibilidad inminente de volverte loca