La leyenda del monje y el mercader

A MENUDO, LA PROSPERIDAD FINANCIERA ESTÁ CONECTADA CON LA PROSPERIDAD DEL ALMA.

TRABAJA DURO Y DIOS TE PROSPERARÁ.

Al día siguiente, visité un amigo que era mercader de cueros, para pedirle que me encuadernara este libro.

El dinero fluye desde los que no saben cómo manejarlo hacia quienes saben cómo hacerlo. O aprende a manejar el dinero o el dinero lo manejará a usted.

Recuerde Juan 15.12–13: «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos». Durante el tiempo de Jesús, él puso su vida por todos los que estaban con él, dando libremente su dinero, su tiempo y sus dones. Así, en su amor por nosotros, Jesús físicamente dio su vida y murió por nosotros. ¿De qué forma está dando usted de su dinero, de su tiempo y sus dones a los demás, manifestando amor los unos por los otros como fue el mandamiento de Jesús a nosotros?

Se ha comprometido usted con el diezmo? Si no, ¿qué lo está frenando?

Mateo 25 se refiere a ministrar las necesidades del hambriento, del pobre, del extranjero, del enfermo y del que está preso. ¿Se siente usted motivado para trabajar con alguno de estos grupos específicos? ¿Qué pequeña acción puede llevar a cabo hoy para aliviar las necesidades del pueblo de Dios necesitado?

El profeta Ezequiel escribió que el pecado cardinal de Sodoma fue su arrogancia inducida por la riqueza y la falta de preocupación por el pobre, no la inmoralidad sexual que corrientemente asociamos con su violenta destrucción: «Tu hermana Sodoma y sus aldeas pecaron de soberbia, gula, apatía, e indiferencia hacia el pobre y el indigente» (Ezequiel 16.49, NVI).

«No es necio quien da lo que no puede guardar para obtener lo que no puede perder».2

Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra. (Deuteronomio 15.11)