Finalmente, consentir al inconsciente no nos hace sabios, nos hace un desecho, somos el resto de la operación del inconsciente, eso que Lacan llamó objeto a. Entonces, si este rechazo es radical, lo que es rechazado del lenguaje reaparece en lo real. Y es así como define acá, no la alucinación, sino la excitación maníaca. El rechazo del inconsciente equivale al rechazo del desecho del inconsciente, no es el mero rechazo de la cadena asociativa, sino del producto del inconsciente, tal como está escrito en el discurso del amo, que es el del inconsciente. Es eso rechazado que reaparece en lo real y vuelve sobre el sujeto bajo la forma de excitación maníaca.