Autobiografía de un pulpo y otros relatos de anticipación

La idea de una lengua que, como dice Ulises, «no tiene centro, una lengua travesía o travesera», fue inspirada por Henri Trubert,

Pero incluso si ese reencuentro no hubiera podido producirse, hacer todo lo que estábamos haciendo, repetir esas acciones, cultivar esas maneras de ser, suponía nutrir esa fuerza de «conveniencia», hacerla existir, aun cuando fuera para nada o en el vacío, hacerla existir solo para que existiera, y también con la secreta esperanza de que esa fuerza, por haber sido revitalizada, impulsaría un día a los pulpos hacia nosotros y los haría regresar.

que sugería que las plantas habían sido responsables de la captura de la luz solar y de su puesta a disposición para todos los seres vivos.

Ninguna cháchara cromática, ninguna conversación, nada más que una rabia indescriptible

Nada queda de la abeja, pero sabemos que existió gracias a la forma y a los colores de la flor. Hoy tan solo subsiste la idea del aspecto que tenía una abeja hembra a ojos de una abeja macho, según la interpretación que de ello hizo una planta. Así, el único recuerdo que nos queda de esa abeja es una pintura realizada por una flor agonizante

una orquídea, Ophrys apifera. Su flor se parece a las abejas hembra.

nos convertimos en nosotros mismos convirtiéndonos en otros

su manera, en suma, «de obedecer a la demanda de las cosas de ser intensa y largamente sentidas y saboreadas»

Perfecciona sus conocimientos botánicos y ya es capaz de reconocer la especie de muchos árboles y plantas por el sonido de sus juegos con la luz.

as intenciones de actuar más bien siguen a la acción en lugar de precederla