Maravilloso Desastre

No me gustaba cómo me hacía sentir al estar tan cerca. No quería ser como todas esas chicas de Eastern que se ponían coloradas en su presencia. No quería que, de ninguna manera, tuviera ese efecto sobre mí.

Nada tiene sentido a menos que estemos juntos.

—Lo eres todo para mí.

—Esa apuesta es fácil. La única mujer con la que querría casarme alguna vez acaba de romperme el corazón.

—No sé. Todo es mejor cuando estás tú.

—Te amo. Te amaré para siempre. Las palabras fueron poco más que un suspiro, pero lo miré a los ojos mientras las decía. Vi cómo la inseguridad desaparecía de su mirada e, incluso en la penumbra, cómo se le iluminaba la cara.

—Necesito oír cómo lo dices. Necesito saber que eres mía. —He sido tuya desde el instante en que nos conocimos.

—Te amo. No puedo permitir que otros chicos bailen contigo.

Tuve que romper mi teléfono en un millón de añicos para evitar llamarte cada minuto de cada maldito día... Tuve que fingir que todo iba bien en la universidad para que tú fueras feliz...

Te voy a besar, de hecho, hoy te voy a besar mucho. Durante todo el día y cada vez que tenga la oportunidad. Si quieres que pare, dímelo, pero, mientras no lo hagas, voy a aprovechar cada segundo de mi último día contigo.