Discurso acerca de las pasiones del amor y otros opúsculos

Hasta este punto todo es felicidad y, además, mucha ocupación. Y es felicidad, ya que el secreto de alimentar siempre una pasión consiste en no dejar que aparezca el menor vacío en el espíritu, obligándolo a que atienda sin cesar aquello que lo conmueve tan agradablemente

¿A qué alturas no nos eleva el hecho de destinar todas nuestras acciones a gustarle a una persona que estimamos infinitamente? Nos estudiamos diariamente para encontrar la manera de descubrirnos y nos tomamos el mismo tiempo que le dedicaríamos a la que amamos.

la delicadeza es un don de la naturaleza y no una conquista del arte.

qué agradable es ver que mil otros son despreciables mientras solo nosotros somos estimables.

Una amistad de alta estirpe colma mucho mejor el corazón del hombre que una de su misma condición y común. Las pequeñeces flotan en su ámbito pero solo las cosas grandes se detienen y se quedan.

Los ojos son los intérpretes del corazón, pero tan solo quien anda interesado entiende su lenguaje.

El amor nos da más espíritu, el espíritu lo sustenta: hay que ser ágil para amar. Diariamente se nos agotan las maneras de gustar. Sin embargo, hay que gustar y lo logramos.

El hombre nace para el placer: lo siente y no le es necesaria ninguna otra prueba. Obedece pues a su razón al entregarse al placer. Pero, muy a menudo, siente pasión en su corazón sin saber por dónde ha llegado.

Al hombre no le gusta quedarse consigo mismo. Pero ama. Debe pues buscar en otra parte algo que amar. No puede hallarlo más que en la belleza. Pero como él es la criatura más bella que Dios haya formado, tiene que encontrar en sí mismo el modelo de la belleza que busca por fuera

Todo es grande en un alma grande.