Nunca he sabido si debía alegrarme o entristecerme al oír estas palabras bienintencionadas, porque cuando las oigo me siento menos como un novelista creativo que elabora historias de la nada gracias a su imaginación, y más como un cronista que se limita a dejar constancia de la vida que compartimos como comunidad, con todas sus expresiones, imágenes y objetos.