El cielo estaba tan estrellado, estaba tan claro que, al mirarlo, involuntariamente uno tenía que preguntarse: ¿Será posible que bajo este cielo pueda vivir gente con todo tipo de caprichos y enfados? Esta es también una pregunta de jóvenes, querido lector, de muy jóvenes aunque, ¡ojalá el Señor la enviara más a vuestra alma! Hablando de señores caprichosos y con todo tipo de enfados, no puedo por menos que recordar mi comportamiento ejemplar de ese día