Duraron poco. La represión del Partido Revolucionario Institucional se descargó sobre ellos y varios militantes, entre los que estaba Salazar, secuestraron un avión para escapar de la muerte. Lo llevaron a Cuba y allí se quedaron, para siempre o hasta que la empalagosa telaraña de la historia decida sobre sus vidas, sus muertes, sus miedos, u otras alucinacione