Cómo Hacer Que Un Conde Se Arrodille

—No le hagas caso a tu padre —murmuró, más para sí misma—. De todo lo que ha dicho, lo único que hay que tener presente es que está loco…

A Dorian le pareció que todo el mundo desaparecía, y ella era la única que quedaba

Dorian negó dulcemente.

—No soy conde, colibrí. Soy tuyo.

Siguió una pausa en la que se miraron a los ojos. Todo lo que pudieron ver fue rendición y pasión, ambas cogidas de la mano para crear lo que Abby siempre había querido.

Un vínculo especial e inquebrantable que se convertiría en un hogar.

Su hogar.

—Muy bien, colibrí. Esta es tu pedida —empezó, entre divertido, extasiado y ardorosamente excitado—. Estoy de rodillas… y dentro de ti…

—Aunque no me haya portado siempre como uno, soy un hombre. Un hombre que te anhela —empezó, con la voz inyectada en pasión—. Dejaré que hagas conmigo lo que quieras, Abigail, porque te amo tanto que aunque este desenlace fuera inevitable, aunque debería acostumbrarme porque sé que nunca dejaré de hacerlo, aunque tendría que saber que ya no seré yo mismo si no lo hiciera, jamás podré hacerme a la idea de que pertenezco al ser más bello de la tierra. Te amo tanto que me das miedo y me asusta perderte de una manera que me asfixia, pero he descubierto que ni siquiera eso me aterra tanto como no tenerte a mi lado. Así que cásate conmigo. No porque quiera curarte de la enfermedad de la melancolía, para poder hacer mío tu cuerpo y explorar los confines de tu mente; cásate conmigo porque necesites salvarme de la soledad, la pena y el infierno tanto como yo te necesito a ti.

Mira cómo te pones para mí, por mí… Todo tu cuerpo me necesita.

—Siempre —gimoteó—. Toda yo te n-necesito.

Verlo sonreír con ternura fue un espectáculo que se alegró de disfrutar a solas.

—¿Siempre eres tan hablador cuando haces… esto? —balbuceó—. Porque si yo ya soy callada n-normalmente, en estos momentos me convierto en u-una tumba. Y no q-quiero decepcionarte…

—Estoy aquí para irnos al cielo, colibrí. Así que dame tus alas; sin ti no puedo volar a ninguna parte.

Se sintió bonita por primera vez en mucho tiempo.