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Kitaplar
Lucy Maud Montgomery

Ana de las tejas verdes

  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    Tengo tantas ambiciones como siempre. Lo único que ha cambiado es el objeto de ellas. Seré una buena maestra y salvaré su vista. Además, tengo pensado estudiar en casa y tomar un pequeño curso. Oh, tengo docenas de planes, Marilla. Los he estado pensando durante una semana. Daré lo mejor de mi vida y la vida me devolverá lo mejor de ella
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    Oh, Matthew, ¿no es una mañana perfecta? El mundo parece algo que Dios hubiera imaginado para su propio placer.
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    Oh, Marilla —exclamó un sábado por la mañana, al llegar con los brazos llenos de preciosas ramas—, estoy tan contenta de vivir en un mundo donde hay octubres. Sería terrible que tuviéramos que pasar de septiembre a noviembre, ¿no es así?
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    Sé que usted y yo nos vamos a llevar bien. Es un alivio tan grande hablar cuando se quiere y que no le digan a una que a los niños debe vérseles y no oírseles. Me lo han dicho un millón de veces. Y la gente se ríe porque uso palabras largas. Pero si se tienen grandes ideas, deben usarse palabras largas para expresarlas, ¿no es así?
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    Bueno, ésa es una de las cosas que tendré que averiguar algún día. ¿No es maravilloso pensar en todas las cosas que hay que averiguar? Simplemente me hace sentirme contenta de vivir. ¡Es un mundo tan interesante! Sería la mitad de interesante si lo supiéramos todo, ¿no es cierto? No habría campo para la imaginación.
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    Cuando subimos al tren en Charlottetown y los caminos rojos empezaron a pasar, le pregunté a la señora Spencer qué los hacía tan rojos, y ella dijo que no lo sabía y que por amor de Dios no le hiciera más preguntas. Dijo que le había ya hecho mil. Supongo que tenía razón, pero ¿cómo se han de saber las cosas si no se preguntan? Y ¿qué hace rojos a esos caminos?
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    —Bueno, espero que resulte bueno —dijo la señora Rachel, con un tono que indicaba claramente sus dudas—. Pero no diga que no la previne si quema
    «Tejas Verdes» o echa estricnina en el pozo; supe de un caso en Nueva Brunswick, donde uno del orfanato hizo eso, y toda la familia murió presa de horribles sufrimientos. Sólo que en ese caso era una niña.
    —Bueno, no tendremos una niña —dijo Marilla, como si el envenenar los pozos fuera una tarea femenina y no hubiera nada que temer a ese respecto en el caso de un muchacho—.
  • Daniela Castilloalıntı yaptı8 ay önce
    De haberse tratado de otro hombre de Avonlea, la señora Rachel, atando cabos diestramente, podría haber contestado ambas preguntas con bastante acierto. Pero Matthew salía tan raramente del lugar, que debía ser algo apremiante y poco común lo que le llevaba; era el hombre más tímido de la creación y odiaba tener que ir donde hubiera extraños o tuviera que hablar. Matthew, con cuello blanco y en calesa, era algo que no se veía a menudo.
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