De su piel blonda y oscura
Brota un perfume tan dulce, que una noche
Yo quedé embalsamado, por haberlo
Acariciado una vez, nada más que una.
Es el espíritu familiar del lugar;
Él juzga, él preside, él inspira
Todas las cosas en su imperio;
¿No será un hada, Dios?
Cuando mis ojos, hacia este gato amado
Atraídos como por un imán,
Se vuelven dócilmente
Y me contemplo en mí mismo,
Veo con asombro
El fuego de sus pupilas pálidas,
Claros fanales, vividos ópalos,
Que me contemplan fijamente.