Mark Everett

La vida está llena de hermosuras impredecibles y sorpresas extrañas. A veces, la belleza me supera y no sé cómo afrontarla. ¿Conoces la sensación? ¿Cuando algo es demasiado hermoso? ¿Cuando alguien dice algo o escribe algo o toca algo que te conmueve hasta las lágrimas, o que llega incluso a cambiarte? Está bien cuando un no creyente tiene que cuestionar sus propias dudas.

Si a los niños no les dejan ser niños, se convierten en pequeños adultos durante su infancia... y en adultos aniñados de mayores. Ha de ser al revés.

«Beautiful Freak» no habla de un coche. La escribí sobre alguien que de verdad es diferente, y no simplemente «poco convencional» o «fuera de lo común», que es un concepto que a los publicistas les chifla. Aun así, Volkswagen quiso usar la canción en uno de sus anuncios. Yo ni me lo planteé. La supuesta cultura «alternativa» trajo consigo una fea constatación: en realidad no era alternativa en absoluto. Estaba a la venta, igual que cualquier otro producto comercial. Era una rebelión en contra de nada. Parecía un rebelde, me movía y hablaba como un rebelde; pero no era un rebelde, e individual tampoco, eso seguro.

A todos les gustan los Beatles, por ejemplo. Dame un niño al que no le gusten los Beatles y te enseñaré a una mala persona.

Una noche en Alemania, durante la gira «con cuerdas», uno de los asistentes grita ¡SOIS ABURRIDOS! entre canciones. Es alemán, y quiere caña. Le tocamos un riff de los Scorpions, pero no basta. Una vez más, sigo sin entender por qué hay gente que quiere que todo suene tal y como ellos lo imaginan. La vida es demasiado corta para ser tan aburridamente predecibles. El aburrido es usted, caballero.

La historia que se narra a continuación es real.
Los nombres y el color de pelo de algunas personas han sido modificados

estamos aquí, no fue fácil, no es fácil, nunca va a ser fácil, y falta menos para el final

me fue concedido un don, el de una inseguridad abrumadora

Cosas que los nietos deberían saber trata de cómo triunfar en el panorama musical sin por eso tener que venderse y, también, de lo que se siente esa inolvidable y definitiva mañana en la que, cepillándote los dientes frente al espejo del baño, descubres que tu rostro se ha convertido en el rostro de tu padre.
Y que te mira —te miras— fijo y a los ojos.
Y que, de algún modo, lo entiendes todo y te comprendes del todo.
Por fin, al fin

Pensaba que saltar del puente con el coche sería la mejor manera de afrontar la desoladora y agobiante sensación de ser yo. Melodramática manera de quitarse de en medio, ¿no? Es que era un crío