Y al mismo tiempo la certidumbre: no sirve de nada echarse a la calle, el suicidio es una ilusión. Eso significa tener que volar confiado en que el vacío me sostendrá, es decir, un salto sin llevar alas, un salto en la nada, en una vida jamás vivida, en la culpabilidad por omisión, en el vacío en tanto que única realidad que me pertenece, que me puede sostener…