En su Otia Imperialia, Gervase se refirió concretamente a dos historias de hombres lobo. La primera cuenta la desdicha de un caballero de la diócesis de Clermont (Auvergne), Raimbaud de Pouget, que por haber sido desheredado por su señor se fue al bosque, donde, desesperado, perdió la razón, se convirtió en hombre lobo y se dedicó a atacar a la gente. Gervase añade que él sabe lo que «cotidianamente sucede entre la gente de nuestro país: el curso del destino es tal que ciertos hombres se vuelven lobos de acuerdo con los ciclos de la luna». El caballero recobró la forma humana cuando un leñador le cortó una de sus garras (III:120). El segundo ejemplo de hombre lobo es un personaje llamado Chaucevaire que vive en el pueblo de Luc y que cuando hay luna nueva sufre una mutación