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Adriana Cavarero

A pesar de Platón

  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    Así, tejiendo y destejiendo, Penélope entrelaza los hilos de un orden simbólico femenino compuesto por una trama a su medida, de tal suerte que la memoria homérica acaba salvando del olvido incluso aquello que sólo quería recordar para hacer más memorable, con su conclusión definitiva, la historia de Ulises.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    La ruptura del cadencioso telar que conforma a la propia Penélope. El fin de una pertenencia a sí misma que sabe tejerse hasta el infinito.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    Con todo, la obra de Platón es siempre el contexto principal que enmarca y sirve como punto de referencia a mi furtivo quehacer. Y es que es en Platón, a mi juicio, donde el rito matricida fundacional encuentra su realización filosófica,
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    La mujer que ahora ha decidido observarse a sí misma se ve como un todo de mente y cuerpo que exige un nombre adecuado que resuene en un orden simbólico en el que la venida al mundo de singularidades encarnadas –como siempre y no de otra manera ocurre– restituya el sentido a cada una y a cada uno.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    . El cambio de perspectiva es aquí particularmente femenino y apela al realismo elemental que se verifica cuando una mujer observa su singularidad encarnada y se encuentra con que es imposible trascender esa sexuación que el nombre neutro/universal hombre no abarca.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    En este sentido, la literatura de autoría femenina –como primera disciplina que ha conocido el ingreso de las mujeres, demostrando ser un campo adecuado a su necesidad de escribir– ya se halla en condiciones de ofrecer un significativo panteón de heroínas propio. Por desgracia, la literatura no es mi fuerte, e inventar figuras todavía menos. De modo que las he robado.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    La pregunta retórica, por tanto, sólo puede responderse en sentido negativo: dentro del vasto catálogo de la tradición, no hay ninguna figura que resulte adecuada a la subjetividad femenina que recurre a ella, precisamente porque esta tradición oculta la subjetividad femenina en las masculinísimas figuras de los hombres y en las figuras de las mujeres concebidas por los hombres.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    Es, pues, la centralidad del sujeto masculino lo que aquí se niega en sus pretensiones universalistas (y por ende, la diferencia sexual como diferencia de roles decidida por él); pero, de resultas de ello, se pone en crisis todo el andamiaje simbólico de la cultura occidental en sus figuras masculinas y, sobre todo, femeninas.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    Lo que no cambia es que la mujer, concebida por el hombre a su imagen y desemejanza, carece de figura que la traduzca en cuanto subjetividad femenina capaz de darse forma dentro de un orden simbólico propio; al contrario, se encuentra ya representada y obligada a reconocerse en el imaginario del otro. Por esta razón, el ejercicio de encontrar la propia subjetividad, con el propósito de adaptarla y corregirla, en los sueños de omnipotencia de la mente masculina se revela para las mujeres tan inútil como penoso. Sus vanos esfuerzos sólo les devuelven imágenes de una ajenidad constitutiva, y la subjetividad femenina que busca figuras se encuentra con estereotipos de una antigua deportación al destino de los hombres.
  • Anaalıntı yaptıgeçen ay
    teatro impuesto por un sujeto masculino, con la diferencia de que ellas no son sujeto, sino objeto del pensamiento ajeno.
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