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Sara Mesa

Perder el miedo

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  • martealıntı yaptı6 ay önce
    Aunque siempre nos quedará un consuelo: nuestro amado Don Draper nunca lo haría (¿o quizá sí, Don?).
  • martealıntı yaptı6 ay önce
    Aunque siempre nos quedará un consuelo: nuestro amado Don Draper nunca lo haría (¿o quizá sí, Don?).
  • martealıntı yaptı6 ay önce
    La clase media quiere tener trabajo (de hecho, quiere tener mucho trabajo) y su mayor miedo es perderlo (ser despedido, no encontrar clientes, bajar de nivel o rango, dejar de ser útil para la empresa, verse forzado a cerrar el negocio y otras modalidades de submiedos). Los ricos, en cambio, a lo que temen es al trabajo mismo: ¡qué indignidad, qué deshonor mayúsculo si tuvieran que ponerse a trabajar! Muy lejos de ambos grupos están los pobres de solemnidad, que, como no tienen nada de nada, tampoco tienen trabajo (y bien que cargan con el estigma: vagos, caraduras, etc., a pesar de que nadie jamás quiere emplearlos). En todo caso podemos concluir que perder el trabajo (el espectro del paro extendiéndose como una marea de chapapote) es un miedo muy vulgar, solo de clase media
  • martealıntı yaptı6 ay önce
    El miedo de los ricos, anclado en la codicia, es perder, mientras que el de los pobres es no tener. El miedo de los ricos es verse obligados a prescindir del caviar y las ostras, el de los pobres no tener ni un mal cacho de pan que roer. El miedo de los ricos es pagar impuestos (al parecer, les persiguen las pesadillas con eso del impuesto a las grandes fortunas), el miedo de los pobres es no tener ingresos. A veces, estas diferencias se romantizan, como cantaba Ray Davis en el «Sitting in the midday sun» de los Kinks: «I’d rather be a bobo walking round with nothing, than a rich man scared of losing all he’s got». Algo de verdad hay
  • martealıntı yaptı6 ay önce
    A veces, estas diferencias se romantizan, como cantaba Ray Davis en el «Sitting in the midday sun» de los Kinks: «I’d rather be a bobo walking round with nothing, than a rich man scared of losing all he’s got». Algo de verdad hay.
  • martealıntı yaptı6 ay önce
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    Los guapos, por razones obvias, no deberían ser inseguros. Debería, de hecho, estar prohibido. Es casi insultante que ellos y ellas, esos resplandecientes seres magnéticos que dejan sin aliento, puedan tener miedo al fracaso, a la soledad o al rechazo. Su situación de partida en la vida es mucho más ventajosa, a qué negarlo, que la del resto. A su lado o, mejor dicho, por debajo, están los feos, bajitos, flacuchos, gorderas e insignificantes, los que tienen pelo de rata, narices deformes, andares de pato y dientes torcidos. La belleza, tan relacionada con la simetría, es mucho más uniforme que la fealdad. Los guapos se parecen sospechosamente entre ellos, mientras que el catálogo de feos es infinito. Con sus múltiples caras, la fealdad da más juego. Y, a qué negarlo, más miedo
  • martealıntı yaptı6 ay önce
    La exaltación de la feminidad y la virilidad ha generado mucho sufrimiento a todas las personas que, por una razón o por otra, no encajan en la casillita asignada del sistema binario (aunque encajar, encajar del todo, quizá no encaja nadie). Las nociones de género fluido, el transgénero y lo queer han hecho mucho para combatir estos miedos absurdos. Bien entonces por Paul B. Preciado, filósofo disidente del sistema sexual y autor del Manifiesto contrasexual, entre otros libros verdaderamente antimiedo.
  • martealıntı yaptı6 ay önce
    La exaltación de la feminidad y la virilidad ha generado mucho sufrimiento a todas las personas que, por una razón o por otra, no encajan en la casillita asignada del sistema binario (aunque encajar, encajar del todo, quizá no encaja nadie). Las nociones de género fluido, el transgénero y lo queer han hecho mucho para combatir estos miedos absurdos. Bien entonces por Paul B. Preciado, filósofo disidente del sistema sexual y autor del Manifiesto contrasexual, entre otros libros verdaderamente antimiedo.
  • martealıntı yaptı9 ay önce
    Por no hablar de que, más allá, cada vez más de cerca, nos observa Bengt Ekerot, ese señor serio y de rostro muy pálido, cubierto con su larga capa negra, que aparecía en la película El séptimo sello de Ingmar Bergman. Con él, nos guste o no, deberemos jugar nuestras (últimas) partidas de ajedrez.
  • martealıntı yaptı9 ay önce
    Por no hablar de que, más allá, cada vez más de cerca, nos observa Bengt Ekerot, ese señor serio y de rostro muy pálido, cubierto con su larga capa negra, que aparecía en la película El séptimo sello de Ingmar Bergman. Con él, nos guste o no, deberemos jugar nuestras (últimas) partidas de ajedrez.
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