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Rafael Fernández de Andraca

Pedagogía del Ideal. El estilo pedagógico Kentenijiano

  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    “conciencia de misión” ejerce una gran fuerza dinamizadora y creadora en las personas, despliega potencialidades que estaban latentes y que se despiertan vigorosamente cuando la persona es requerida por una tarea. El adagio “la tarea hace al hombre” expresa acertadamente esta realidad. Si sólo hubiese orientación hacia el “ideal de personalidad” se corre el peligro de la autosuficiencia y del estancamiento. Cuando brilla la luz de grandes tareas, entonces esa autoformación adquiere sentido, moviendo aún con mayor fuerza al educando a superarse a sí mismo por la causa con la cual está comprometido.
  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    Ideal de personalidad: a Dios le gustaría que mi corazón tuviese más riqueza; que mi entendimiento estuviese más clarificado. Así pues, aquí está más en primer plano mi personalidad. ¡Auto santificación!
    Ideal de tareas: aquí está en primer plano la tarea que Dios me ha dado. Dios me ha plasmado de este modo para una tarea que debiera realizar y cumplir.
    Bajo la denominación de ideal personal entendemos ambas cosas.
    Esto reviste gran importancia debido a la interacción entre estas dos dimensiones. Consideren un poco la interacción entre personalidad y tarea. Me educo para una tarea y soy también educado por una tarea. En la mayoría de los casos, los adultos somos formados más por tareas que por un trabajo directo en nuestra propia persona
  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    En este sentido, el educador, aplicando la pedagogía del ideal, trata de encender en los educandos una fuerte conciencia de misión: ellos no sólo tienen que “ser” algo grande, sino también deben “hacer” grandes cosas.
    Hay que distinguir, aclara el P. Kentenich, entre un ideal de personalidad y unideal de tareas.
  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    Ideal de personalidad e ideal de tareas
    Este ideal, o conjunto de valores que posee el hombre nuevo, encuentra una concreción en cada individuo. Cada persona es objeto de una elección, de una gracia y de una tarea especial en el Cuerpo de Cristo3. El P. Kentenich distingue, en esta línea, entre lo que denomina ideal de personalidad e ideal de tarea.
    Cuando habla de “ideal de personalidad” se refiere a que la persona está llamada a alcanzar una plenitud en sí misma, de acuerdo a los talentos que Dios le ha regalado. De allí que el educador tenga la misión de ayudar a que se formen personas verdaderamente autónomas, libres y auténticas. Personas de carácter, que aspiren libremente a lo más alto en su autorrealización. Al mismo tiempo, esa persona está llamada a proyectarse en una tarea o misión personal. Por eso se habla de un “ideal de tarea”. Son dos caras de una misma realidad, ya que la personalidad se vuelca a realizar tareas y las tareas que realiza refuerzan su personalidad.
  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    Sabe que hay que ganar al hombre desde dentro por los ideales; motivándolo para que, haciendo uso de su libertad –el don más grande que Dios le concedió al crearlo– se decida por ellos.
  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    Pedagogía del ideal: una pedagogía anti-masificación
    El educador está llamado a dominar el arte de mostrar a cada persona y a cada comunidad su propio valor. Ayuda a descubrir los talentos que Dios ha puesto en cada uno, los despierta y fomenta. Entusiasma por los más altos ideales, pues el Señor nos llama a remontar las cumbres. Su consigna es: “Sed perfectos como vuestro Padre de los cielos es perfecto” (Mt 5, 48).
    Y porque Dios pensó en grande al hombre en general y a cada persona en particular; porque él nos dignificó y confirió grandes tareas, el educador se esmera por presentar valores e ideales que enaltecen y despiertan lo mejor que él puso en el corazón de cada persona.
    La pedagogía del ideal se empeña así en superar el tipo de hombre que genera nuestra cultura: sin yo, que no se posee a sí mismo ni sabe usar su libertad.
  • Jorge Gómezalıntı yaptı7 yıl önce
    Una pedagogía marcadamente positiva
    La pedagogía del ideal es una pedagogía marcadamente optimista. Muestra en primer lugar lo positivo. En una jornada dictada en 1935, el P. Kentenich aborda esta dimensión explicando la educación en el sentido del ideal personal. Dice así:
    El ideal personal actúa de forma positiva. Si tomamos expresiones de la medicina, podemos distinguir entre un procedimiento quirúrgico y un procedimiento curativo.
    Procedimiento quirúrgico. En este procedimiento, nuestras inclinaciones y pasiones son simplemente extirpadas. Pero proceder así es erróneo. Así lo sentimos. En efecto, Dios nos ha dado las pasiones como ayudas y apoyos. Por eso, el sentido de la educación no es extirpar sino ennoblecer. No obstante, a veces tenemos la impresión de que, en el mundo educativo, algunos entendiesen la expresión que habla del “despojarse” del hombre viejo como si pensaran que educar consiste en un constante negarse a sí mismo. Pero la frase dice: “despojaos” y “revestíos”. La actividad principal tiene que consistir en el revestirse.2
    Procedimiento curativo. Este a su vez puede ser de dos tipos: alopático u homeopático. Puedo procurar que se eleve el bienestar general del cuerpo o que una parte determinada que está enferma recupere la salud siendo aislada en cierto modo respecto de las partes sanas. En el primer caso, tenemos el procedimiento positivo y, en el segundo, el negativo. Del mismo modo debemos distinguir también en la ascética un procedimiento positivo y uno negativo.
    Procedimiento curativo negativo. En el caso en que el alma está apegada a algún valor aparente, este procedimiento se esfuerza por desenmascararlo y desvalorizarlo. Supongan que estoy apegado desordenadamente a una criatura, tal vez, a una muchacha. Puede ser también, por ejemplo, que esté apegado al cigarro. Ahora quiero superar ese apego desordenado. Tengo entonces dos posibilidades: puedo obnubilar ese valor al que estoy apegado. Y puedo procurar que quede eclipsado. Obnubilar: me digo “vanidad de vanidades”. El hombre es hombre. Es polvo y ceniza. Así, obnubilo el valor al que estoy apegado.
    El otro tipo es el procedimiento positivo: un eclipsamiento. De mañana, mientras el sol no ha despuntado todavía, veo toda una cantidad de estrellas. Pero cuando ha salido el sol, las estrellas desaparecen, ya no me impresionan más. Así, cuando se presentan las inclinaciones desordenadas, yo podría eclipsar también mi apego a las criaturas disponiéndome a amar con todo el fervor de mi alma al bien superior, a Dios mismo.
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