Ya olvidé cómo escribir. Ya olvidé cómo reírme. No puedo casarme contigo, soy un fantasma. Quiero que me lleves a vivir con mi abuela. Vivir en silencio, verla sentada frente al telar y esperar a que se me quite la tristeza. Eso es todo lo que quiero.
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
¡No es tu culpa! Nadie escoge enfermarse. Quien culpa a los enfermos es cobarde y no tiene caridad.
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
Bardo o relator de cuentos no puede saber el Sueño sin libro, a causa del gran número de colores de los caballos, la variedad de colores raros de las armas, vestimenta, capas preciosas y piedras mágicas
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
¿cuántos años de arduo y amoroso trabajo representaba cada libro?
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
Sal al mundo, Luned. Regresa y canta las historias, y a mí, cuéntame cómo son los otros bosques, y la ciudad. Pero regresa. Que te vea yo una vez más.
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
Demne pensó: «Así han de ser las hadas», y se la imaginó coronada de flores y ataviada con una capa de plata.
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
Los cuenteros poseían poco pero no les faltaba nada y eran libres de ir por donde quisieran. Los demás, en cambio, temían la noche en el bosque.
Silvia Santaolallaalıntı yaptı3 yıl önce
No había más templo que el bosque y se adoraba a dioses tallados en troncos y coronados de flores bajo la bóveda verde.
aicirtaPalıntı yaptı4 yıl önce
Tarde o temprano, los dos conocerían todo, absolutamente todo, acerca del otro, y el hastío los separaría. La vida seguiría frente a ellos como un camino demasiado largo; un camino que iba por un país ajeno e indiferente.
aicirtaPalıntı yaptı4 yıl önce
—Si estuvieras en el mundo, ya estarías muerto, ¿sabes? —exclamó Luned.
—Y a ti, ¿quién te dijo que la muerte es mala? Mala es la lepra, y mala la crueldad de los demás hombres y mujeres que nos rechazan. Pero no la muerte.