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Cassandra Clare

La cadena de oro

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  • Raziel Francis Montañoalıntı yaptı4 ay önce
    —«Si vieras a la humanidad como la veo yo… —continuó el tío Jem—. Para mí, en el mundo hay poco brillo y poco calor. Solo hay cuatro llamas en todo el mundo que ardan con el calor suficiente como para que yo pueda sentirme como la persona que fui. Tu madre, tu padre, Lucie y tú. Vosotros amáis, tembláis y ardéis. No dejes que los que no son capaces de ver la verdad te digan quién eres. Eres la llama que nadie puede apagar. La estrella que nunca se pierde. Eres quien has sido siempre, y eso es todo lo que debes ser. Cualquiera que al mirarte vea oscuridad, es que está ciego».
  • Raziel Francis Montañoalıntı yaptı4 ay önce
    los Príncipes del Infierno. No eran la clase de demonios contra los que luchaban los cazadores de sombras; en la mitología que existía sobre ellos, eran lo contrario de ángeles como Raziel. Sus intereses parecían estar más allá de los humanos, que eran como hormigas para ellos. Batallaban contra ángeles y dirigentes de otros mundos distintos a la Tierra, mundos que los príncipes parecían coleccionar como piezas de ajedrez. Eran inmortales, aunque a veces podían herirse entre ellos de una forma que el herido quedara debilitado durante años.

    Había nueve en total. Estaba Sammael, el primero que soltó demonios por la Tierra. Azazel, que forjaba armas y cayó en desgracia cuando dio a los humanos los instrumentos con los que ejercer la violencia. Belial, que «no caminaba entre los hombres», era descrito como el príncipe de los nigromantes y los brujos, y un ladrón de reinos. Mammon, príncipe de la avaricia y la riqueza, al que se podía chantajear con dinero y tesoros. Astaroth, que tentaba a los hombres para que mintieran y sacaba partido de las desgracias. Asmodeus, el demonio de la lujuria y supuesto general de la armada del infierno. Belfegor, el príncipe de la pereza y, cosa curiosa, de los vendedores de aceite de serpiente y los estafadores. Leviathan, el demonio de la envidia, el caos y el mar, que era monstruoso y al que raras veces se invocaba. Y por último, por supuesto, Lucifer, el líder de los arcángeles, el más bello de todos los príncipes, el que lideró la rebelión contra el cielo.
  • Raziel Francis Montañoalıntı yaptı4 ay önce
    No siempre amamos a las personas que se lo merecen
  • Raziel Francis Montañoalıntı yaptı4 ay önce
    Se dio cuenta de que se alegraba de que Cordelia estuviera en Londres. Y no solo por Lucie, sino por él mismo. «Era raro —pensó—, casi como si hubiera olvidado la firme luz que su presencia podía suponer cuando el mundo se le oscurecía».
  • Sarialıntı yaptı5 ay önce
    —Coged mi carruaje —susurró Anna. Luego sonrió—. Y por cierto, Cordelia, estuviste maravillosa. La gente hablará de ese baile durante años.

    Le guiñó un ojo y les cerró la puerta en las narices.
  • Sarialıntı yaptı5 ay önce
    James estaba contemplando los libros de las paredes, una actividad muy Herondale, sin duda.
  • Sarialıntı yaptı5 ay önce
    James, ¿por qué estamos cerrando todas las ventanas? ¿Nos dan miedo las palomas curiosas?

    James ajustó uno de los cierres y se volvió a mirar a los otros.

    —Me he pasado los últimos cuatro años de mi vida intentando entrenarme para no hacer lo que estoy a punto de hacer. Ni siquiera quiero considerar la posibilidad de ser interrumpido.

    —¿Por una paloma? —preguntó Matthew
  • Sarialıntı yaptı5 ay önce
    —En cierto modo, parece algo blasfemo emplear las Marcas para librarse de los efectos del alcohol —añadió Matthew, mientras Thomas guardaba la estela. La Marca en cuestión destelló, recién hecha, sobre la muñeca de Matthew. Ya se lo veía más despejado, y menos como si estuviera a punto de quedarse dormido o vomitar.

    —Te he visto usar la estela para hacerte la raya en el pelo —dijo James con sequedad mientras comenzaba a examinar los cierres de las ventanas.
  • Sarialıntı yaptı5 ay önce
    Christopher…, ¿ha ido todo bien cuando has acompañado a la señorita Blackthorn?

    Intentó decirlo de forma que no pareciera estar demasiado interesado en la respuesta. Matthew alzó una ceja, pero no dijo nada.

    —Oh, perfectamente —contestó Christopher—. Le he ido explicando todo sobre el cultivo de las bacterias, y estaba tan fascinada que ¡no ha dicho ni una palabra!

    James había ido a apilar sillas frente a la puerta que daba a la sala de estar. Confiaba en que Grace no se hubiera muerto de aburrimiento.
  • Raziel Francis Montañoalıntı yaptı9 ay önce
    Bebe, y dormirás; duerme, y no pecarás; no peques, y te salvarás; por tanto, bebe y consigue la salvación.
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