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Kitaplar
Verónica Murguía

El cuarto jinete

  • Alejandra Arévaloalıntı yaptı2 yıl önce
    Debo admitir que al principio, cuando alguien enfermaba, me alegraba de no ser yo quien caía. “Ya pasará esta epidemia”, pensaba, “y no me llevará con ella.”
    Por cada uno que moría, ingenuo de mí, pensaba que otro se salvaba, como si la Plaga fuera una macabra lotería. Pero la muerte ha llegado a recogernos a todos.
  • Ana Berrospealıntı yaptı2 yıl önce
    Sabios, los judíos desprecian los ataúdes opulentos y los entierros suntuosos de los franis, pues saben que el alma desnuda se presentará a Dios y no habrá joya que la embellezca si ha pecado.
  • Andrea Poulainalıntı yaptı2 yıl önce
    Ese acto sencillo me colocó en sus manos: los franis prohíben el uso de adormidera en el alumbramiento y castigan duramente a las parteras que alivian los dolores, pues Eva fue condenada a parir con dolor
  • Andrea Poulainalıntı yaptı2 yıl önce
    Para nosotras las monjas, el cuerpo no existe: con constancia le negamos todos los placeres que busca afanosamente, ayunamos hasta sólo desear la Eucaristía como alimento, nos mortificamos con la palmeta hasta que se nos acaba el llanto
  • Ana Saenzalıntı yaptı2 yıl önce
    ¿Por qué nos gusta el olor que despiden los cuerpos que nos parecen hermosos y nos abstenemos de respirar cuando pasa junto a nosotros aquel a quien creemos feo?
  • Ana Berrospealıntı yaptı2 yıl önce
    Poco a poco, sin embargo, el cerco se fue cerrando; los contagiados dejaron de ser desconocidos cuya suerte no me importaba para convertirse en mi amigo, mi hermano, la moza aquella de la taberna, mi confesor, mi hijo.
  • Yidan Espinozaalıntı yaptı2 yıl önce
    Tal vez moriremos; juntos entraremos al Cielo. Pero deseo entrar al Cielo que hay en la Tierra, ahora. Tú eres el Paraíso que Dios guarda para mí.
  • Rocío Toledoalıntı yaptı2 yıl önce
    El sabio no siempre obra con prudencia, y hay carboneros y recolectores de cortezas que tienen la templanza de los sabios
  • Andrea Poulainalıntı yaptı2 yıl önce
    Ahora, en los barrios bajos la vida de un hombre vale menos que un trozo de pan porque el hambre, su vieja conocida, se ha vuelto más feroz con la Peste. No sé qué hace el médico para salir entero y vestido de allí
  • Andrea Poulainalıntı yaptı2 yıl önce
    Aquí, en el Hôtel Dieu, es donde culminan las vidas de los hombres y las mujeres. Ya no en los lechos familiares, en los campos de batalla, en los callejones, en las tabernas. Es aquí, en medio de llantos, donde se deshacen en una triste mezcla de humores, de vómitos, lágrimas y heces. Entran quejándose, afiebrados, sobre las camillas, y casi todos salen en féretros al cementerio. Soy una madre para ellos.
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